El otro día, me puse a escuchar por Internet una entrevista que le hacían al payaso Fofito en la Cadena Ser Murcia. Por casualidad, me tropecé con dicha entrevista al buscar información sobre los sitios en los que Fofito va a actuar próximamente, ya que a mi hijo le gusta mucho -bueno no sólo a él- y tenemos previsto un viaje a España para estas Navidades.
Mi sorpresa fue que, al empezar la entrevista, Fofito dijo que ¡se retiraba! Que estaba realizando su última gira, ya que por la edad estaba cansado.
Lo que si no esperé fue la reacción de mi hijo al decirle que Fofito se retiraba y al explicarle lo que aquello quería decir. ¡Se puso a llorar desconsoladamente! Finalmente, le tuve que decir que seguramente volvería a actuar para que se calmara.
Porque la carrera, sí, sí, la carrera de payaso es complicada y llena de sacrificios. Admiro mucho a esas personas que con sólo una mueca y pocas palabras nos alegran el corazón y nos hacen una terapia revitalizante cuando estamos bajos de moral. Los payasos, esos grandes profesionales que buscan hacernos felices, no importa como se sientan ellos, lo cual no es nada fácil y para lo que se requiere una preparación y un carisma especial que no está al alcance de todos.
La palabra payaso, tendría que ser sinónimo de orgullo, pero, sin embargo la utilizamos de forma despectiva la mayoría de las veces. Por sacrificarse para hacernos reír, los payasos se merecen mucho más. Se merecen el trato de ilustrísimo/a, como los jueces. A que les paguen súper sueldos vitalicios, como a los políticos. Y a que les rescaten, como a los bancos.
Fofito es ya una eminencia entre los payasos. Un augusto con una chispa especial. Desde hace mucho tiempo es la voz de “La Gallina Turuleca” y de “Susanita”. Aunque a mi me gustaban más canciones como “Con mi burrito de vacaciones”, “El cañón de caramelo”, “La historia de mi vecina”, “Cabalgando” o “Yo más que tú”. Esta última a dúo con Miliki.
Por todo ello, desde aquí quiero dar las gracias a Fofito por todos esos increíbles momentos que le ha hecho pasar a muchas generaciones. Que sepa que siempre lo llevaremos en nuestro corazón y que nunca podremos estar lo bastante agradecidos por todo lo que ha dado en los escenarios. Y que ojalá se lo repiense y que no se vaya. Que cuando se sienta cansado piense en todos aquellos que le admiramos, y en las lagrimas derramadas por ese niño de seis años al saber que no lo volvería ver actuar.
Y también quiero que esto sirva de aliento a todos aquellos payasos que luchan cada día por hacer nuestro mundo un lugar mejor. MUCHAS GRACIAS A TODOS!!!